2006-08-16

El sapo y el caballero

Con todos ustedes, un cuento muy chulo del Novio de Lorzagirl (mucho he tardado yo en poner post enteros de ese blog :p)


Hoy le toca a Novio.
No quería escribir, pero le invité a ser sexualmente autosuficiente y cambió de idea de pronto.


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Hace muuuchos años en un lugar muy lejano había un sapo que vivía en su charca y un caballero que vivía en su castillo…
Tal vez no haga tantos años ni fuera tan lejos, y a lo mejor la charca y el castillo eran sendos apartamentos pero el caballero sí que era un caballero, y el sapo… en fin, sigamos.
El sapo era feliz con su vida tranquila y sin complicaciones, hacía sus tareas y se iba a la cama, hacía sus tareas y se iba a la cama, hacía sus tareas y se iba a la cama, así un día y otro y otro y todos los días de su vida.
Pero un día, mientras el sapo hacia sus tareas apareció un caballero de brillante armadura que le propuso al sapo que, una vez acabadas sus tareas y antes de irse a la cama, hiciera algo.
-¿Qué he de hacer? -preguntó el sapo.
-Lo que tú quieras -respondió el caballero antes de marcharse.
El sapo, cuando acabó su trabajo, se fue a la cama.
Al día siguiente el mismo caballero pasó de nuevo junto al sapo y le preguntó:
-¿Qué hiciste ayer?
-Nada especial -respondió el sapo.
-¿Por qué no?
-Por que no se me ocurrió nada y eso hice.
-Entiendo -dijo el caballero rascándose la cabeza- ¿podrías contar cuántas plantas diferentes hay en torno a tu charca?
-Vale.
Al día siguiente el caballero se acercó a la charca y encontró al sapo esperándole.
-Hay 18 especies de plantas en torno a mi charca, pero seguro que hay más detrás de esa roca.
-¿Y por qué no has mirado?
-Porque para eso tendría que rodearla y me llevaría mucho tiempo.
-¿Y estás muy ocupado haciendo…?
-...
- Ya veo, en fin. QUIERO que mires detrás de la roca y me digas cuántas plantas hay.
-Vale
Era la tercera vez que ese caballero llegaba a la charca y el sapo sabía que esta vez le daría una respuesta satisfactoria.
-Hay 9 plantas que sólo se dan detrás de la roca.
-Ajá.
-Y varios bichos que no había visto antes.
-¿Sí? ¿Cómo son? ¿Son muchos?
-No sé, yo contaba plantas.
-...
-¿Por qué quieres tumbar ese árbol con la cabeza?
-… dolor...
-A lo mejor podía haberme fijado un poco...
-… pupita...
El caballero se marchó tambaleándose y el sapo se encontró extrañamente triste. No conocía de nada a aquel tipo que le estaba complicando la vida con esas estúpidas preguntas que a nadie importaban y sin embargo no quería decepcionarle.
Al día siguiente el caballero no apareció, ni al otro, ni el de después.
El sapo ya no era feliz, hacía sus tareas y se iba a la cama, hacía sus tareas y se iba a la cama, hacía sus tareas y se iba la cama. Pero no podía dormir, tenía algo que se le revolvía por dentro.
Al día siguiente se fijó en los bichos de la roca, en cómo eran, cuántos había, qué hacían.
Y se encontró mejor.
Al día siguiente se fijó en las plantas y los bichos que había dentro de la charca.
Al día siguiente levantó la mirada hacia el cielo por primera vez en su vida y vio centenares de cosas diferentes.
Con el paso de las semanas el sapo lo aprendió todo acerca de su charca, conocía las plantas, los insectos, los animales…
Un día el sapo se sorprendió deseando terminar sus tareas para poder ir a mirar unos brotes que estaban saliendo de uno de los árboles.
El sapo era mucho más feliz de lo que jamás hubiera imaginado, cada cosa que hacía le aportaba algún conocimiento, unos más agradables que otros, y cada nuevo conocimiento le llevaba a hacer más cosas en una espiral que el sapo esperaba que no acabara nunca.
Pero echaba de menos al caballero.
Quería hablarle de todo lo que había hecho, de todo lo que había visto y de todo lo que había aprendido, pero sobre todo quería darle las gracias porque si no se hubiera molestado en hablar con un sapo, éste se habría perdido muchas cosas.

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