Vida de un asesino en serie: H.H Holmes
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Herman Webster Mudgett (1861 - 7 de Mayo de 1896), también conocido como "El Dr. Holmes", fue un asesino en serie estadounidense. Nació en Gilmanton (Estados Unidos) en una honrada y muy puritana familia de New Hampshire. Muy pronto manifestó hacia las mujeres, sobre todo hacia las mujeres con fortuna, un interés poco corriente que lo enmarcaría como un don juán del crimen. A los dieciocho años, se casó con una rica joven llamada Clara Louering, para pagar sus estudios de medicina, la arruinó, y después, una vez obtenidos con lustre sus diplomas en la Universidad de Michigan, la abandonó para irse a vivir con una guapa viuda que se complació en subvenir a sus necesidades gracias a las rentas de su respetable casa de huéspedes. Siendo ya médico, dejó sin pena a aquella segunda conquista, ejerció durante un año en el estado de Nueva York y fue después a establecerse en Chicago.
Alto, guapo, con aire distinguido, siempre elegantemente vestido, Mudgett tenía innumerables éxitos amorosos. Al llegar a su nueva ciudad no tardó en seducir a una joven encantadora (y casualmente millonaria) llamada Myrta Belknap. Para vencer las reticencias que la virtuosa señorita le oponía, tomó el nombre de Holmes, se casó con ella y, gracias a unas falsificaciones de escrituras, se apresuró a estafar 5,000 dólares a su familia política para hacerse construir, en Wilmette, una casa suntuosa.
Consiguió entonces, en las afueras de Englewood, la gerencia de una farmacia propiedad de una viuda excesivamente ingenua, de quien se hizo a la vez su amante y hombre de confianza. A base de falsificaciones de contabilidad y de malversaciones de fondos, logró hacerse dueño de la totalidad de los bienes de la desgraciada, después la hizo desaparecer y puso en obra su gran proyecto.
Construyó en Chicago un hotel que él conocía como "el castillo". Para esta obra contrató a diferentes constructores para que construyeran diferentes partes del mismo. Fue uno de los primeros edificios con un sistema centralizado de iluminación por gas. Este gas además le sirvió para matar a sus víctimas en una cámara de gas anexa a su despacho. Tras matarlas las transportaba por un complejo sistema de pasajes secretos, para finalmente deshacerse de los cuerpos vendiéndolos a las facultades de Medicina.
Se le atribuye buena parte de las desapariciones que ocurrieron durante la Exposición Universal de Chicago. El número de las mismas fue tan elevado que provocó la creación del primer departamento de policía especializado en desapariciones.